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miércoles, 19 de octubre de 2011

Tema 7: Arte y Educación

En este tema, el autor da una clase sobre la historia y la apreciación del arte.
La historia del arte es una asignatura que no se puede evaluar siguiendo los criterios de las otras asignaturas. Por lo tanto, en la educación artística debemos volver al significado literal de la palabra e intentar de algún modo sacar a la luz lo latente y suprimido del individuo. EL impulso estético es natural en el niño, pero con la adquisición de otros conceptos lo pierde.
La teoría de Freud nos habla del yo y el super yo. Éste representa todas las restricciones morales, y defiende el impulso hacia la perfección.
Podríamos aceptar la teoría de que todos los niños empiezan a vivir con todo el equipo físico y sensitivo necesario para hacer de todos ellos unos artistas. En el momento del nacimiento, la gran mayoría es estéticamente sensible, y lo que le ocurre al niño durante los primeros años determina si tendrá o no una capacidad para la expresión artística.
EL problema de la educación aparece con claridad. Sólo podemos educar los impulsos estéticos arriesgándonos a frustrar todas aquellas tendencias e influencias cuyo objetivo es convertir el individuo particular en un representante de nuestros Super-yo. Todo el problema se convierte en un problema de valores.
Para Platón no existía un concepto general del arte. Esta teoría del arte se basa en una concepción triple de la realidad; primero la forma absoluta y eterna, segundo el objeto perceptible y tercero la obra de arte. En definitiva el arte es una copia de una cosa.
Platón le asigna el arte un papel estrictamente funcional en materia de educación. Por lo tanto, si queremos dar un lugar más importante al arte en el sistema general de la educación, y si queremos cultivar las artes deliberadamente y para, será necesario desafiar la filosofía racional de la vida que Platón tan elocuentemente equivocó.
Por otro lado, toda concepción autentica de la razón tiene que dar cabida a las emociones humanas y a todo lo que estas determinan.
Sin embargo, en la educación debemos distinguir entre la educación del individuo como un artista, y la del individuo encaminado a que pueda apreciar el arte.
Algo muy útil seria inventar los medios de preservar esos impulsos un poco más cerca de la superficie de la conciencia. Podríamos intentar el experimento de educar los instintos en lugar de suprimirlos.
Aun es necesario preguntarse sobre lo que está implícito en el proceso de educar los instintos, y de modo particular en el ámbito del arte. Pero la obra de arte es siempre, en algún sentido, ordenación. Para ello es necesario la mediación entre el yo y el ello, ya que el yo representa la razón y el ello los impulsos del artista.
Por último, podría decirse que el desarrollo artístico consta de dos procesos: la inspiración y la elaboración. La educación no habría de tener otro objetivo que el de preservar dentro de nosotros algún rastro de la penetración y gozo del ojo inocente.

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